El
último cura nacido en Tunte hace 37 años, Juan Francisco Macías
Álvarez, inició vestido de púrpura el ofició de su primera misa en su
pueblo natal, coincidiendo con el día grande de la festividad de San
Bartolomé, patrono del municipio.Juan
Francisco Macías Álvarez, también diplomado en Filosofía y licenciado
en Ciencias Políticas y de la Administración además de máster en
Diplomacia y Relaciones Internacionales, fue pregonero de las fiestas
del Apóstol Santiago en el casco histórico de Tunte hace dos años.
Lo
hizo con una iglesia a 28 grados, oliente a sahumerio de incienso y
abarrotada de expectantes fieles, muchos con abanicos. En la primera
fila estaban sentados sus padres, y en las bancadas posteriores el resto
de su extensa y prolija familia, que no quisieron perderse este
memorable acontecimiento.
“Gracias
San Bartolomé por dejarme compartir contigo este día de tu fiesta, el
día de todo el municipio. Es un día especial para mí, porque es la
primera vez que celebro una misa en mi pueblo natal. Tengo muchos
recuerdos en mi corazón y en mi mente, y tengo presente a mucha gente”,
fueron sus primeras palabras.
“San
Bartolomé fue uno de los doce hombres que conoció a Cristo, que comió
con él, que escuchó su voz y vio sus milagros, que le cambió el corazón.
San Bartolomé dio la vida por Cristo, y eso es el sacerdocio: dar la
vida por Cristo entregada a los demás”, apuntó el joven cura de Tunte en
su primera misa en el mismo templo donde fue bautizado, donde también
se confirmó y donde incluso llegó a impartir clases de catequesis a los
niños del pueblo.
Ordenado
sacerdote el pasado 23 de abril en la Catedral de La Almudena de
Madrid, donde ejerce como párroco local, Juan Francisco Macías presidió
la misa en honor de San Bartolomé acompañado por el rector del Seminario
Diocesano de Las Palmas, Salvador Santana, y de los párrocos de San
Juan de Telde, Cruz de Piedra de Las Palmas, El Tablero, y Castillo del
Romeral.
Una despedida
Lo
acompañaron también el párroco de Las Huesas (Telde), Vicente Santana
Quintana, nacido en Tunte en marzo de 1941, y el actual párroco de Tunte
y Santa Lucía, Juan Santiago Quintana Quintana, quien confesó ante los
fieles que esta sería su última misa como sacerdote de la zona de Las
Tirajanas, porque en septiembre se trasladará a Moya como párroco de San
Andrés, El Pagador y San Felipe. “EL Obispo me ha concedido esa caridad
para que pueda cuidar de mi padre, un hombre que ya tiene 91 años y
necesita compañía porque está sólo”, dijo.
Tras
el ‘Aleluya’ cantado por Salvador Santana y la lectura del Evangelio
según San Juan, Macías Álvarez agradeció la presencia de su familia, de
las autoridades (“Me alegra mucho ver que las autoridades de nuestro
Ayuntamiento están presentes en la festividad de nuestro patrón”, dijo),
y del pueblo (“Querido pueblo”, apuntó), y centró su homilía en los
prejuicios, valoraciones y juicios de valor, y en la fe como mecanismo
de vida y salvación.
La homilía
“Estamos
en un mundo y en una sociedad donde la fe está aparcada. El hombre ha
alcanzado un desarrollo racional, científico y social donde Dios no
importa en absoluto. Desde la Ilustración (s.XVII) Europa se ha empeñado
en sacar de nuestra vida a nuestro creador, pero eso es imposible y
contra natura, porque llevamos la huella dactilar de Dios en nuestro ser
y en nuestra existencia. Por eso nuestro corazón no deja de desear,
porque tiene hambre y sed de infinitud, porque tenemos vocación de ser
como Dios”, subrayó. “Con la fe del apóstol San Bartolomé, agarrémonos a
San Bartolomé y pidámosle con alegría, con fuerza, con optimismo, con
ilusión por todos nuestros problemas, porque si hay fe hay esperanza y
hay vida”, dijo.

Juan
Francisco Macías Álvarez, también diplomado en Filosofía y licenciado
en Ciencias Políticas y de la Administración además de máster en
Diplomacia y Relaciones Internacionales, fue pregonero de las fiestas
del Apóstol Santiago en el casco histórico de Tunte hace dos años.
Al
acabar la misa, Juan Francisco Macías y el resto de los sacerdotes,
junto al alcalde Marco Aurelio Pérez y al resto de las autoridades
municipales e insulares que se dieron cita en la ceremonia, acompañaron a
los fieles en la procesión del icono del Santo por las principales
calles del pueblo, amenizada por los acordes de la Banda Isleña.
Desde
la plaza, la guagua de vecinos llegados desde La Isleta (vienen desde
hace 30 años) aguardaban ociosos el momento de compartir el tradicional
sancocho popular y la verbena de agua con los que la comisión de fiestas
brinda cada año a la afición del patrón.